La sexualidad humana es única, compleja y muy diferente en su forma de expresión porque en ella podemos volcar todos nuestros deseos y fantasías, ya que forma parte de nuestra intimidad. Es una respuesta a un impulso básico[1], que proviene de estímulos externos al individuo como ver, oler, tocar, escuchar o de estímulos que él mismo crea y que solo están en su imaginación. La mayoría de las personas tienen fantasías sexuales[2] (frecuentemente o de modo ocasional) que les sirven para excitarse o bien para intensificar la gratificación sexual. Muchos fantasean con conductas sexuales anómalas, es decir estadísticamente poco comunes pero no todos desean llevarlas a la realidad. Siempre ha habido personas que para excitarse y lograr una gratificación sexual plena han recurrido a una serie de objetos, a situaciones consideradas inusuales o a erotizar su propio dolor y muchas de estas conductas han estado sujetas al estigma social[3]. Definidas como una desviación sexual en el DRAE, aún son muchas las parafilias que siguen siendo socialmente inaceptables.
Parafilias
Lo que se considera o no, una conducta sexual anómala ha estado sometida al devenir histórico y en muchos casos al lugar geográfico donde se llevaba a cabo. En el siglo XIX muchas parafilias se consideraron “perversiones sexuales”[4] como el sadomasoquismo, voyeurismo, la homosexualidad o el fetichismo. Conductas que eran consideradas desviaciones sexuales en el pasado, hoy son aceptadas y normalizadas. Por ejemplo: en 1948, en Estados Unidos, el sexo oral, anal y homosexual eran considerados actos criminales en muchos estados, y hasta 1973, la homosexualidad se consideró un trastorno mental hasta que se eliminó del DSM- II (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders).
Pero el término perversiones sexuales, al que se consideró peyorativo, se sustituyó por el de parafilia en 1987 cuando la American Psychiatric Association (APA) publicó el DSM-III-R[5]. Al hablar de parafilias, nos referimos a la obtención de placer mediante la práctica de determinadas conductas que se alejan de las relaciones sexuales “convencionales”. Anil Aggrawal, profesor de medicina forense en el Maulana Azad Medical College (Nueva Delhi, India) plantea en su libro Forensic and medico-legal aspects of sexual crimes ans unusual sexual practices (2008), que al menos existen 547 diferentes. Esto demuestra, que todos nosotros tenemos alguna, y que por supuesto, no vamos a confesar.
Parafilias clínicas: conductas sexuales patológicas
Sin embargo, hay que distinguir entre las parafilias – conductas parafílicas ocasionales que no sustituyen a las relaciones sexuales que se consideran normales – y las parafilias clínicas o trastornos parafílicos, y dentro de estas, diferenciar aquellas que son lícitas de las que se les consideran actos delictivos. Si un sujeto solo consigue excitarse sexualmente a través de determinadas situaciones, objetos, personas o fantasías, entonces sí estaremos ante un parafílico clínico, ya que existe una tendencia a la insistencia y una dependencia psicológica, siendo esas conductas el único camino que tiene para lograr la excitación y la gratificación sexual. En estos casos el sujeto pierde por completo su libertad de elección viéndose obligado a adoptar una actitud estereotipada y repetitiva para alcanzar el orgasmo.
Jerry Brudos «The Shoe Fetish Killer«
Lovemaps: patrones individuales de deseos y fantasías sexuales[6]
La primera vez que se utilizó este término fue en una conferencia en la Universidad Jhons Hopkins en 1980 (Baltimore, Maryland) por el Dr. Jhon Money. Con él se refiere a nuestro patrón, frecuentemente subconsciente, de deseos eróticos y fantasías sexuales. Cada persona, tiene un “mapa de amor” distintivo, único y personal. Algunos son inofensivos pero otros pueden llegar a ser mortales, al convertirse en un trastorno parafílico.
Jhon Money afirma que el lovemap de cada individuo comienza a establecerse desde la niñez, siendo una marca individual, y que se manifiesta completamente tras la pubertad. Es habitual que muchos individuos descubran su lovemap, tras una experiencia concreta en un momento puntual de su vida.[7] Afirma que una vez que se crea y se pone en práctica ese patrón, es muy difícil de alterar teniendo en cuenta que, del contenido del mismo, dependerá la excitación sexual de esas personas.
Money clasifica las parafilias en seis categorías diferentes:
- De sacrificio o expiatoria: sadismo y masoquismo.
- De merodeo o busca de presa: voyeurismo y exhibicionismo.
- Fantasías y conductas relacionadas con la prostitución. Solo se excitan si se les paga.
- Fetichista y fetichismo talismánico. Aquellos que tocan y huelen determinadas partes del cuerpo humano y los que se excitan con determinados objetos inanimados.
- Estigmáticas. Sujetos que prefieren una parte concreta del cuerpo (parcialismo), a mujeres embarazadas, mujeres con amputaciones u otras características físicas destacables.
- Seductoras o incitantes: exhibicionismo, frotteurismo, voyeurismo y pedofilia.
[1] Cáceres, 2001.
[2] Una fantasía sexual está llena de imágenes mentales eróticas o sexualmente excitantes, de modo que es el propio individuo el que controla lo que pasa en ellas en cada momento, ya que son creadas de modo deliberado y en algunos casos de modo espontaneo.
[3] Desde el punto de vista de la sociología, el estigma es un comportamiento, un rasgo o una condición personal que es vista por la sociedad como inaceptable, provocando rechazo y respuestas negativas hacia esa persona.
[4] El término perversión sexual se aplica a aquellas conductas sexuales que socialmente se consideran anormales, desagradables o repulsivas. Este término se sigue utilizando desde el punto de vista criminológico, aplicándose cuando se lleva a cabo una conducta sexual anómala, vulnerando la libertad sexual de la otra persona, y sin que esta preste su consentimiento.
[5] Sánchez, López y Domínguez-Muñoz, 2018.
[6] Money, 1986.
[7] Lehne, 2009.
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