“Hay ciertas pistas en la escena de un crimen que por su naturaleza nadie puede recoger o examinar ¿cómo se recoge el amor, la ira, el odio, el miedo…? Son cosas que hay que saber buscar”. Dr. James T. Reese
Tenemos la creencia de que las nuevas tecnologías, y los avances en nuestra sociedad hacen que los homicidas sistemáticos sean “más listos” y estén hoy “mejor preparados”. Sin embargo esto es un error, ya que si miramos al pasado y analizamos los MO de algunos asesinos de hace 70 años, veremos que su forma de seleccionar, capturar y matar a sus víctimas no ha variado tanto. La diferencia es el tiempo que hoy día tardamos en darnos cuenta de que estamos ante un asesino múltiple.
Nos vamos a trasladar a los Ángeles de finales de los años 50, donde una serie de violaciones y asesinatos de mujeres jóvenes y atractivas llenaba las portadas de los periódicos. En esta década decenas de chicas guapas llegaban a Hollywood en busca de fama y fortuna. La profesión de modelo era una de las más peligrosas, porque muchas de estas confiadas jóvenes quedaban y se iban con extraños.
Harvey Murray Glatman (1927-1956) fue un asesino muy adelantado a su tiempo[1] que ideo un gran plan para que fueran las víctimas las que llamaran a su puerta, utilizando diferentes modos para atraerlas o ponerse en contacto con ellas. Primero puso anuncios en diferentes periódicos, en los que ofrecía trabajo de modelo. Con este reclamo, ya estaba seleccionando a sus víctimas sin necesidad de salir a buscarlas: mujeres jóvenes y atractivas contestaban sin dudar a esta oferta de trabajo que ellas veían como la gran oportunidad de su vida. No solicitaba modelos profesionales, porque de este modo habría muchas más interesadas, sino mujeres jóvenes y sin experiencia a las que les pagaría muy bien a cambio de posar discretamente durante unas cuantas horas para el.
A Judy Ann Dull, de 19 años de edad, la convenció para que acudiera a un apartamento alejado del centro de la ciudad para una sesión fotográfica. Una vez allí la ató (bondage) y la pidió que se quitara la ropa todo ello con el fin de fotografiarla. El hecho de tener que aparecer atada y amordazada lo justificó argumentando que se trataba de unas fotografías para la portada de una revista de detectives. Glatman empezó a hacer fotografías. Pero su mente entendía que cuando una mujer estaba dispuesta a quitarse la ropa ante un desconocido realmente era una invitación expresa a ser violada, y tras la agresión sexual para evitar que las víctimas contasen lo ocurrido, las asesinaba.
Tras la violación, el asesinato y el abandono del cadáver en el desierto de su primera víctima (2 de agosto de 1957), en diciembre de ese mismo año se inscribió en el Club de corazones solitarios en busca de una cita a ciegas (segunda forma de entrar en contacto con sus víctimas) y empezó a mantener correspondencia con Shirley Ann Bridgeford, de 24 años de edad. Su primer encuentro fue en marzo de 1958, encuentro en el que a punta de pistola violó a la joven dentro de su coche. Después de maniatarla y amordazarla, la traslado al desierto y tendiendo una sábana en el suelo la pidió que se sentara para la nueva sesión fotográfica. Tras la sesión la estranguló y al igual que con su primera víctima, se llevó sus zapatos. Tras su muerte, volvió a fotografiarla.
Entre el primer y el segundo asesinato transcurrieron casi siete meses (periodo de enfriamiento) y solamente 4 para el tercero, seguramente porque sus deseos cada vez eran más incesantes y necesitaba satisfacerlos con más rapidez y posiblemente su ímpetu sexual fue “in crescendo”. En esta tercera ocasión, comenzó a leer anuncios en los periódicos de jóvenes que se ofrecían como modelos y así encontró a su tercera víctima: una muchacha de 24 años se ofrecía para posar desnuda. Era la víctima perfecta. Quedó con ella en su casa el 23 de julio de 1958 y repitiendo su ya habitual MO violó a Ruth Mercado mientras la apuntaba con su pistola. Después la llevó en su coche al desierto y en la misma sábana blanca donde puso a su segunda víctima tumbo a Ruth y comenzó a fotografiarla. Tras la sesión volvió a agredirla sexualmente y después de pasar la noche con ella la estranguló[2]. Nuevamente, hizo fotografías al cadáver. Por la mañana recogió sus zapatos y en este caso también su ropa interior. Pero, su MO estaba cambiando a la hora de secuestrar a sus víctimas, volviéndose cada vez más impulsivo, más temerario lo que hizo que cometiera un error. Y ese error llego con Lorraine Vigil, que logró escapar del coche de Glatman.
Glatman llevaba 15 años desarrollando sus fantasías, y finalmente fueron esos anuncios el medio elegido para dar “el salto” de sus fantasías a la realidad siendo el final de un proceso: comenzó experimentando con el sexo en la infancia; en la adolescencia intento ligar con chicas sin mucho o ningún éxito; se coló en las habitaciones de algunas de las chicas que le gustaban y les robó ropa interior llegando a cometer agresiones sexuales menores para finalmente terminar violando y matando. El asesinato era el capítulo final y el epílogo de una fantasía en la que vivía preso. Cuando tenía 17 años, llevo a una adolescente a punta de pistola (utilizó una réplica exacta de un revolver) a un callejón y la obligo a quitarse toda la ropa. Su deseo más íntimo era ver a una mujer desnuda. Tras ello, la observó detenidamente y se marchó, sin tocarla. Sin embargo ese hecho marcó a Glatman para siempre, ya que sentir como aquella joven estaba completamente a su merced le produjo un enorme placer sexual. Tras este hecho empezó a preguntarse si su placer habría aumentado si la joven hubiera estado atada y a su entera disposición. En ese momento tener a jóvenes atadas ante él, indefensas, fue su máxima obsesión. Ahí nació su fantasía. Mary Higgins Clark, utilizó la historia criminal de este asesino en serie para escribir su novela “Le gusta la música, le gusta bailar”, publicada en el año 2000.
LAS FOTOGRAFÍAS DE SUS VÍCTIMAS.
Cuando la policía registró su vivienda, encontró una caja de metal llena de fotografías. Glatman fotografió a sus víctimas, en diferentes posturas y en diferentes momentos. Primero fotografió a su víctima con una mirada de inocencia en su rostro como si realmente estuviera disfrutando de una sesión de modelaje. Después lo hizo pi
diéndolas que posaran para él, amordazadas y atadas con las manos en la espalda. Para tranquilidad de estas jóvenes, les pedía que su expresión fuese de miedo y de angustia, aunque él sabía perfectamente que esa debía ser su expresión real. Fotografió a sus víctimas mientras eran violadas y finalmente, las fotografió tras asesinarlas. Las fotos “post morten” son las que realmente revelaron la verdadera naturaleza de Glatman, ya que mostraban como había colocado los cadáveres de sus víctimas. Las fotos revelaron que Glatman mató a las tres mujeres no para cubrir los secuestros y las violaciones y evitar así ser detenido, sino para conseguir las fotos que eran la parte esencial de su comportamiento: su deseo de control y sumisión de las mujeres mirándole a los ojos.
Las numerosas fotografías que hizo a sus víctimas, impactaron fuertemente al jurado. Ante si tenían a un sujeto que aparentaba ser insignificante, delgado, con grandes gafas pero en realidad estaban ante un cruel asesino en serie. Pequeño, flacucho y muy poco atractivo, con unas grandes orejas y de apariencia enfermiza Glatman vivía en un mundo de frustración y fantasías sexuales. Su infancia quedó marcada por su fealdad, su complejo de inferioridad y por el rechazo femenino. El tiempo lo convirtió en un fotógrafo voyerista que disfrutaba haciendo fotos a sus víctimas ya que le recordaban que si podía tener control sobre las mujeres. En ese momento, todas ellas le hacían caso. Glatman se aleja mucho del retrato del psicópata frío, manipulador y seductor que el cine y la literatura sigue vendiendo. Fue un asesino solitario, huraño y reprimido teniendo que engañar a sus víctimas para poder tener una relación sexual.
Los psiquiatras que entrevistaron a Glatman determinaron que era un sujeto capaz de distinguir entre el bien y el mal, totalmente consciente de sus actos y con un CI de 130. Atormentado por sus retorcidas fantasías sexuales, y un gran complejo de inferioridad debido a su aspecto físico, decidió que la única forma de lograr sus deseos y satisfacer sus necesidades, era raptando, violando y asesinando mujeres. Fue ejecutado el 18 de septiembre de 1959 en la cámara de gas en la prisión de San Quintín. Años más tarde, la desaparición de otra joven modelo, Jean Spangler, se vinculó con Glatman pero lamentablemente su muerte impidió seguir con las investigaciones, quedando dicho crimen sin resolver.
BIBLIOGRAFÍA:
- Hickey, E.W. (2013) Serial Muderder and their victims. Wadworth, Cengage Learning. Belmont (USA), pp.200.
- Keppel, R; Birnes, W.(2011). Signature Killers. 32-40
- Keppel, R; Birnes, W.(2008). Serial Violence: Analysis os Modus Operandi and Signature Characteristics of Killers. CRC Press, Taylor and Francis Group. Boca Ratón (Florida) pp 16-21.
- Ressler, R.K; Shachtman, T. (2005) Asesinos en serie. Barcelona, Ariel. Pp. 275-281.
- Rex, B. (2011). Harvey Murray Glatman, Albert Fish, Bobby Joe Long: Lonely Hearts Killers and Their Modus Operandi. ISBN: 9781241586270.
- Sumario del crimen número 78. (1991) Maniacos sexuales. Ediciones Drac. 1991. Madrid.
- https://www.youtube.com/watch?v=hN06-CKC3dM
[1] Al decir que estaba muy adelantado a su tiempo me refiero a que estamos en los años cincuenta y el hecho de poner anuncios personales en los periódicos era una idea bastante novedosa. Hoy es algo muy corriente, tanto en periódicos como en multitud de páginas webs de contactos.
[2] En los tres casos, Glatman utilizó el mismo trozo de cuerda.
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