1.- INTRODUCCIÓN.
Hay algo que nuestra sociedad actual no puede negar: la víctima ha existido siempre. Desde el mismo momento en que se cometió el primer hecho delictivo existió una víctima de ahí que podamos decir que la víctima nace prácticamente con el delito. En el Libro del Génesis del Antiguo Testamento, nos encontramos con el primer asesinato de la historia de la humanidad: la muerte de Abel a manos de su hermano Caín.
Sin embargo, la víctima durante muchísimo tiempo fue “invisible”, no fue tenida en cuenta centrándose el protagonismo en la figura del delincuente que se abordó desde distintas perspectivas: el derecho (atendiendo a la penas punitivas, al castigo y su resocialización), la psicología (incluyendo estudios sobre la personalidad del delincuente, su motivación o su medio ambiente), la psiquiatría (estableciendo modelos clínicos de clasificación de los delincuentes), etc.
Como subraya García-Pablos, hasta la consolidación de la Victimología la víctima había sufrido el más absoluto desprecio por parte del derecho penal y procesal, la Policía y la Criminología; la víctima, en el mejor de los casos, inspiraba solamente compasión. A lo largo de nuestra historia siempre ha sido más enérgico e intenso el empeño por ocuparse del delincuente y de ajustar cuentas penales, que el de ajustar cuentas sociales y solidarias con las víctimas.
En un supuesto de homicidio o asesinato, la opinión pública exige la reacción penal frente al hecho criminal; sin embargo la víctima no plantea problema alguno, basta con enterrarla. A la mayoría de los delincuentes violentos, mediáticos y por ende “famosos” se les recuerda, se les hace “tributos” cinematográficos, se escriben libros sobre ellos, se hacen reportajes. Sin embargo ¿quién recuerda el nombre de las víctimas?
2.- ETAPAS DE LA VÍCTIMA EN LA HISTORIA.
A.- La evolución histórica de la víctima podemos resumirla como una transición de la pasada venganza individual a la actual reparación social de la víctima. Históricamente, el derecho penal primitivo se caracterizaba fundamentalmente por el hecho de que el castigo que correspondía por haber llevado a cabo una conducta delictiva quedaba en manos de la propia víctima o su familia y allegados (Ley del talión). Ello implicaba una forma bastante desproporcionada de resolver los conflictos, ya que subyacía el concepto de venganza, y ello implicaba llegar a soluciones incompatibles con la justicia propiamente dicha. La víctima o sus allegados desempeñaban un papel protagonista y socialmente tolerado. Podemos decir que se trataba de la edad de oro de la víctima, ya que la justicia era privada y la víctima era la que determinaba si el delito debía perseguirse y qué tipo de sanción se tenía que aplicar al delincuente con una única finalidad: satisfacer la venganza de la víctima o la de su familia.
Uno de los ejemplos más remotos que se puede citar en atención a la víctima, se encuentra en el Código de Hammurabi (1728-1686 a.C.), pues señalaba en sus secciones 22-24 que: “Si un hombre ha cometido un robo y es atrapado, tal hombre ha de morir; si el ladrón no es atrapado, la víctima del robo debe formalmente declarar lo que perdió y la Ciudad debe reembolsarle lo que haya perdido. Si la víctima pierde la vida, la Ciudad o el alcalde debe pagar un “maneh” de plata a su pariente”. Aquí se puede apreciar, como desde la época del rey babilónico se protegía a la víctima.
En el caso del Derecho Romano, existe una diferencia bastante importante, ya que se tiene que distinguir entre lo que ellos llamaron “delicta” (delitos) y los “crimina” (crimen). En cuanto a los primeros, estos se consideraban de persecución particular o sea de querella de parte agraviada y los segundos eran perseguidos de oficio. Por eso se decía que los crimina (crimen) ponían en peligro a toda la sociedad y en cuanto a los delicta (delito), los afectados eran los particulares, por lo que se consideraba, que éste acontecimiento no provocaba mayor problema a la sociedad.
B.- Con el paso del tiempo se llega a la neutralización de la víctima. En el estado Moderno español los Reyes Católicos son los primeros en hacer que la justicia sea pública de modo que quien se hacía cargo del castigo era el Estado. Se introduce la proporcionalidad y la neutralidad de modo que la víctima pasa a un segundo plano, ya que esta no interviene en el proceso penal moderno ni se tienen en cuenta los intereses de la víctima, sino que se vela por los intereses generales de la sociedad y del Estado. Este olvido hacia la víctima es el que justifica el nacimiento de la victimología ya que a partir del momento en el que el Estado monopoliza el castigo al delincuente, es decir, desde que se prohíbe a las víctimas castigar las lesiones de sus intereses, el papel, de las mismas se va difuminando hasta casi desaparecer.
C.- En el siglo XIX entre los objetos de estudio de la Escuela Clásica (delito, pena y procedimiento) y de la Escuela Positiva (el delincuente) no hay lugar para las víctimas; las alusiones a estas tienen un carácter incidental y están vinculadas, casi siempre, a la problemática de la responsabilidad civil derivada del delito. Este abandono de la víctima dura hasta bien entrado el siglo XX, tanto desde el punto de vista criminológico como desde el punto de vista jurídico-penal.
Se han ofrecido diferentes explicaciones de la tradicional marginación de las víctimas tanto en el ámbito legislativo como en la literatura científica: la sociedad demuestra siempre mucho más interés por el criminal que por sus víctimas, en función del temor que inspira, despierta sentimientos morbosos de curiosidad; algunos criminales pasan a la historia (Ted Bundy, Jeffrey Dahmer, Charles Manson, BTK etc.), mientras que sus víctimas caen rápidamente en el olvido, salvo en los supuestos de magnicidio o por otro tipo de razones.
3.- NACIMIENTO Y CONSOLIDACIÓN DE LA VICTIMOLOGIA
Ya hemos visto como inicialmente la víctima tuvo una mayor consideración y disfrutó de un mayor protagonismo, pero con el tiempo, este papel de la víctima fue relegado a un segundo plano. Todos sabemos que los procesos penales se centran mucho más en los delincuentes, criminales o sujetos activos de ilícitos penales que en las víctimas. Y no ha sido hasta fechas recientes cuando se le ha intentado devolver a la víctima el papel fundamental que tiene en la investigación criminal y en los procesos penales derivados de las conductas delictivas. Hoy se le ha devuelto su protagonismo como sujeto pasivo de un sufrimiento no deseado, como persona que sufre un perjuicio físico, moral o económico como consecuencia de un delito.
Cuando se alude al papel de las víctimas en general se está abordando un tema tan antiguo como la propia humanidad, presente en todas las civilizaciones y religiones. Sin embargo es tras la Segunda Guerra Mundial y como consecuencia de los genocidios a millones de persona, cuando el interés por la víctima del delito resurge con fuerza y se plantea el hecho de integrar a la víctima dentro del estudio del delito.
Los padres de la Victimología, Hans Von Hentig y Benjamin Mendelsohn, supusieron la base de lo que fue una primera escuela victimológica y el claro antecedente de lo que se entiende actualmente por Victimología.
La fase de consolidación de la victimología se inicia con el I Symposium celebrado en Jerusalén (1973). Es en este año cuando nació la Victimología como disciplina científica y se definió como el “estudio científico de las víctimas”. Este primer Symposium giró en torno a cuatro aspectos fundamentales: el estudio de la Victimología (concepto, definición de víctima, metodología y aspectos interdisciplinares), la relación victimario-víctima (delitos patrimoniales, contra las personas, sexuales, etc.), sociedad y víctima, y actitudes y políticas (prevención, resarcimiento, tratamiento, etc.) (Landrove Díaz, 1998).
Hoy la Victimología ya no nos sorprende sino que se ha convertido en una “palabra” familiar y utilizada en muchos ámbitos profesionales. La víctima es importante y todos queremos saber más de ella y a esto ha ayudado bastante los medios de comunicación al hablar no solo de asesinatos y homicidios sino al incidir también en las víctimas y “personificarlas” con sus nombres, apellidos y con datos de su vida cotidiana. Los últimos veinte años hemos sido testigos de la creación y expansión de servicios a las víctimas y de los diferentes programas de asistencia para que se sientan escuchadas y compensadas. Las víctimas ya no son ignoradas, ya no son invisibles. Forman parte del entramado penal, jurídico y social.
Uno de los avances más importantes en el campo de la victimología, ha sido la aprobación por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas el 11 de noviembre de 1985 de la «Declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas de Delitos y de Abuso de Poder». Al adoptarla, la Asamblea General declaró que era «Consciente de que millones de personas en todo el mundo sufren daños como resultado de delitos y abuso de poder y que los derechos de estas víctimas no han sido reconocidos en forma adecuada».
BIBLIOGRAFÍA:
- Baca, E; Echeburúa E; Tamarit, J.M. Manual de Victimología. 2006. Valencia. Ediciones Tirant Lo Blanch.
- Fattah Ezzat, A. “Victimology: Past, Present and Future”, Criminologie, vol. 33, nº 1, 2000, p. 17–46.
- Laguna, S. Manual de victimología. 2012, segunda edición. Salamanca. Edita Solo soluciones S.L.
- Landrove, G. La moderna victimología. 1998. Valencia. Ediciones Tirant Lo Blanch.
- Morillas, D.L. Victimología: un estudio sobre la víctima y los procesos de victimización. 2014. Madrid. Editorial Dykinson.
excelente pagina educativa e interesante