El maltrato psicológico es una violencia invisible y es cualquier conducta, física o verbal, activa o pasiva, que atenta contra la integridad emocional de la víctima en un proceso continuo y sistemático (Loring 1994) con el fin de producir en la víctima intimidación, desvalorización, sentimientos de culpa y sufrimiento.
La mayoría de nosotros cuando escucha la palabra psicópata, cree erróneamente que se trata de ese asesino despiadado que tantas veces queda reflejado en películas y series de televisión, siendo uno de los más conocidos el Dr. Hannibal Lecter. Estamos inmersos en una sociedad muy mediatizada por los estereotipos que presentan a este tipo de individuos, sobre todo a través del cine, la televisión e incluso algunos Best Seller. Sin embargo, no es así. Muchos de estos psicópatas están integrados en nuestra sociedad, están entre nosotros y pasan totalmente desapercibidos, porque muchos de ellos no comenten ilícitos visibles. De hecho en muchos casos la psicopatía está socialmente aceptada como un comportamiento adecuado, sobre todo en determinados ámbitos laborales[1]. Sin embargo el impacto que las personalidades psicopáticas puede tener en la vida diaria es muy preocupante a la vez que destructiva. Se trata de personas que cumplen con los requisitos de la psicopatía pero que no se involucran en conductas delictivas. El perfil psicosocial del psicópata subclínico o integrado es fácil de establecer; lo que no resulta sencillo es identificarlos sin utilizar las herramientas adecuadas que actualmente han sido validadas a nivel internacional.
Los conceptos actuales de psicopatía tienen su origen en el trabajo de Hervey Milton Cleckley[2] llevado a cabo en los años cuarenta. Cleckley determinó que la psicopatía es un conjunto de rasgos afectivos, interpersonales y comportamentales que se caracterizan por la ausencia de nerviosismo, insinceridad, incapacidad para amar, ausencia de culpa o remordimientos y una carencia general de reacciones afectivas. La hipótesis principal de H. Cleckley en relación a este tipo de psicópatas es que presentan un déficit afectivo al que denominó AFASIA SEMANTICA: es decir es capaz de sentir emociones a un nivel muy superficial. En los años 80 Robert Hare utilizando los criterios de Cleckley creó un instrumento de evaluación denominado PCL[3] (Psychopathy Checklist) y desde ese momento la psicopatía pasó a entenderse como un trastorno de la personalidad compuesto por dos factores:
[1] Actualmente se tiende a valorar determinadas aptitudes que pueden ser características de los psicópatas como beneficiosas para determinados puestos de trabajo e incluso se potencian como valores positivos en nuestra sociedad (un ejemplo podemos verlo en la serie norteamericana House of Card). Hare, en su libro “Snakes in suits: when psychopaths go to work” (2006) establece cuatro explicaciones de porque se valoran esas aptitudes hoy en día en el trabajo.
[2] Hervey Milton Cleckley es el máximo exponente de lo que actualmente se denomina psicopatía subclínica, llevando a cabo sus estudios sobre médicos, abogados, profesores y psiquiatras, todos ellos psicópatas socialmente integrados. Fue en su obra “The Mask of Sanity” (1941) en la que estableció los 16 criterios diagnósticos de la psicopatía que estudió en población no delincuente.
[3] El PCL-R es la herramienta de evaluación más conocida a nivel internacional y se emplea para evaluar la psicopatía en contextos jurídicos y penitenciarios, pero no en la población general. Aunque entre 1980 y 1985 elaboró un borrador de un listado de características psicopáticas, no fue hasta 1991 cuando terminó de depurarlo y publicarlo oficialmente.
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